“Vuestro silencio
contemplativo se os convierte en experiencia de la presencia y de la Palabra
divina; vuestra soledad se os hace soledad llena de Dios. Jesús continúa en
vosotras su oración silenciosa, a veces incluso con una sensación de «silencio»
y «ausencia» divina, que se os convertirá en presencia más honda. En el corazón
de Dios se entra por este proceso de silencio interior, a veces tan doloroso,
que comporta una sintonía con los sentimientos del corazón de Cristo y con la voluntad
del Padre.
Dios continúa
pronunciando su Palabra en el silencio sonoro del amor de su Espíritu derramado
en vuestros corazones (Cf.. Rom. 5, 5). Vuestro silencio contemplativo
se hace, como en María, fidelidad esponsal y fecundidad materna para el mundo
(Cf.. Luc. 2, 19 et 51). Vuestra vida es preciosa para la Iglesia,
también hoy. Sed, pues, fieles y seguid adelante en vuestra entrega. “